domingo, 26 de septiembre de 2010
Ni apresurados ni retardatarios.
Excelente nota del compañero Hernán Brienza, publicada hoy en el diario Tiempo Argentino.
Leemos:
Un mes y medio después de su regreso a la Argentina, el 30 de julio de 1973, Juan Domingo Perón pronunció un discurso en la sede de la CGT donde, de alguna manera, marcó el ritmo de lo que iban a ser las transformaciones en su tercer gobierno, que, como se sabe, quedó trunco a los nueve meses a causa de su muerte. Eran tiempos arrebatados, donde la “revolución social” quedaba a mitad de cuadra y en que “podrían arrancar todas las flores, pero jamás detendrían la primavera”. El viejo General se puso de pie y dijo: “En todos los movimientos revolucionarios existen tres clases de enfoques: de un lado, el de los apresurados que creen que todo anda despacio, que no se hace nada porque no se rompen cosas ni se mata gente. Otro sector está formado por los retardatarios, esos que no quieren que se haga nada, y entonces hacen todo lo posible para que esa revolución no se realice. Entre esos dos extremos perniciosos existe un enfoque de equilibrio y que conforma la acción de una política, que es el arte de hacer lo posible: no ir más allá ni quedarse más acá, pero hacer lo posible en beneficio de las masas, que son las que más merecen y por las que debemos trabajar todos los argentinos.”...
n párrafo aparte merece la grotesca elección de la CTA. No sólo porque votó menos del 15% –según datos parciales– del total de empadronados, sino porque las acusaciones cruzadas de fraude remiten al supuesto sindicalismo del que dicen diferenciarse. Mientras unos –el sector de Pablo Micheli– intentan encerrarse en una visión noventista de la sociedad, con un modelo de acción basado en la lucha y la confrontación contra el gobierno, como si se tratara de Carlos Menem o Fernando de la Rúa, e intentan convertirse en la pata social del Proyecto Sur, otros –el sector de Hugo Yaski– buscan ponerse a tono con los nuevos fenómenos políticos y sociales de esta nueva etapa política, iniciando un diálogo con sectores más amplios como la CGT y el sabbatellismo, por ejemplo.
Una sola cosa más: mientras en la CTA pelean por el recuento de votos y la personería gremial, la CGT discute cara a cara con el poder económico el reparto de las ganancias empresarias. Más allá de la chicana, debería llamar a la reflexión a los dirigentes gremiales de la central alternativa.
No fue vana la cita de Perón en esta nota. Su análisis significa una forma precisa de pensar y actuar la política. Sin dogmas revolucionarios ni reaccionarios y sin idealismos absurdos ni pragmatismos repulsivos. Es interesante la frase del líder del movimiento justicialista. Sugiere preguntas. Por ejemplo: ¿los apresurados y los retardatarios suelen mancomunarse contra los que intentan “hacer lo posible en beneficio de las masas”? Para el argentino de a pie –laburantes, estudiantes, jubilados, amas de casa–, ¿qué es preferible: los beneficios concretos, aun cuando sean medidos, insuficientes, que propone el gobierno, o las grandilocuencias imposibles en las que se refugia la oposición, ya sea desde la derecha retardataria o la supuesta izquierda apresurada?
Nota completa, acá.
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