lunes, 20 de abril de 2009

Segunda Declaración de Principios

Adherimos plenamente al sentimiento imperante en el corazón del compañero MP del blog Pensando la Argentina, es por eso que tomamos su artículo y lo hacemos nuestro, por eso lo retitulamos como Segunda Declaración de Principios, ya que eso es lo que significa para nosotros y para muchísima gente mas, a pesar de que nos quieran callar y ocultar.

ENTENDER
No se si es un ejercicio de honestidad. A nosotros, los kirchneristas, nadie nos cree honestos. A diario toleramos que se nos llame rentados, "kakas", choripaneros. Desde las elecciones de octubre de 2007, la oposición política y mediática transformaron al gobierno en una monstruosidad y a nosotros en sus acólitos idiotizados o comprados. Se construyó una semántica del contrapoder: la oposición convence, el oficalismo coopta; la oposición consensúa, el oficialismo ataca; el gobierno es el colmo de la corrupción, los opositores son almas blancas que llegan a refrescar la pútrida política argentina. Y así un largo rato.
En esa lógica binaria, de grotesca simplicidad, aquellos que sostenemos honestamente este modelo, los que creemos que es lo mejor, no para nosotros, sino para TODOS los argentinos, somos leprosos, apestados. Somos segregados en nuestros círculos de amistad y hasta de familia. Somos mal mirados. Cuando entramos en una discusión política, nuestra opinión es siempre la de la intolerancia, por más que los demás digan las barbaridades más espantosas.
Cada día, los que hacemos este pequeño círculo de blogs, nos esforzamos por proponer el debate político. Defendemos nuestras posturas con pasíon algunos, con lógica analítica y sensata, otros. Se puede estar en desacuerdo con nosotros y, a diferencia de los grandes medios donde la opinión disidente (la nuestra, por ejemplo) es bruscamente censurada, nosotros damos el debate. Somos vehementes. Todos lo son, sólo que a nosotros no se nos tolera que los seamos.
No encaramos una tarea sencilla. Tenemos adelante un discurso mediático absoluto, monolítico. Fruto de este discurso es que mucha de la gente con la que convivimos, no nos perdona la divergencia. Digámoslo con todas las letras: hoy día está de moda ser "antiK", está de moda simplificar las cosas hasta un punto de imbecilidad, al estilo del periodismo "confrontativo" de Lanata o del sistémico de los empleados de Clarín. Está de moda volver a confiar en el liberalismo y olvidarse del desastre que causó, todo envuelto en el papelito de colores de la "ética republicana", cosa que nadie sabe bien que és, pero que están seguros que es lo opuesto a los K.
Y con eso basta. Estamos a la defensiva, aún perteneciendo al oficialismo. Una inversión de términos de tal magnitud, no ocurre porque sí, nomás.
No somos víctimas. No. Si esa es la impresión que surge de lo que he escrito más arriba, quisiera aclarar que se trata de un error, seguramente a cargo de mis limitaciones expresivas. No somos víctimas, sino militantes. Y estoy seguro que vivimos el día a día con la misma convicción con que cada uno de nosotros se sienta a escribir un post, robándole tiempo al laburo o al sueño. Ni héroes ni víctimas. Militantes, apenas.
En el vendabal de la política operada, falseada y alterada por miles de palabras y señales destinadas a confundir, formar imagen o tatuar conceptos por medio del miedo, nuestra vereda no la está haciendo muy sencilla tampoco.
Ciertas decisiones tomadas de un tiempo a esta parte complican el debate, entregan cartas bravas a la contra sin que éstos hayan hecho nada por lograrlo. De arriba, digamos.
La oposición, que si se la mira en su conjunto y sin pasión, es un rejunte que cruje por todas partes, se mantiene unida y rampante en gran medida porque se le están entergando victorias todos los días. Pequeñas, nimias, pero que los voceros mediáticos se encargan de amplificar hasta el infinito. La tergiversación de las noticias está a la orden del día y no hay ningún esfuerzo de nuestro lado por contrapesar el volumen desmedido de la propaganda negativa, que cada día cala más profundo en la población. En este contexto, todos los logros de la administración, el nivel inédito de obra pública, los logros macroeconómicos, la recuperación de las empresas privatizadas, el mejoramiento de los índices sociales, todo, queda reducido a la nada. Todo queda en la bolsa de Felisa, la valija de Antonini, el Indec, Moreno, el dengue, las candidaturas testimoniales y Montoya. Y no hay política de nuestro lado que salga a contrarrestar este discurso de desgaste permanente. No hay discurso oficial que pelee la postura oficial. Hacer antikirchnerismo es sencillo, porque se puede decir cualquier cosa que es inmediatamente creída. Defender al kirchnerismo supone arrancar desde el vamos en el escalón del sótano, porque será enfocado como mentira.
Ver esto no me impide continuar con la difusión de mis ideas, de lo que yo creo. Soy peronista, soy kirchnerista. Creo que el Proyecto Nacional es el mejor para nuestro país. Sé muy bien que si esta crisis terrible nos hubiera agarrado con un régimen liberal, hoy la Argentina estaría sembrada de cadáveres, infinitamente más que las rojas imágenes de la "inseguridad" con que la derecha espera ganar las legislativas, a costa del terror de la clase media. Se bien en lo que creo y porqué lo creo.
Y creo en ser leal, en mantenerme fiel. Y juzgo a aquellos que se fueron como cobardes y oportunistas. No traidores, puesto que para traicionar hace falta al menos una mínima dosis de coraje. Huir es más fácil. Llegar al cielo de los medios renegando de lo que uno fue hasta hace diez minutos es cómodo, fácil y seguro. Nadie te pide documentos del otro lado. Reciben a todos. Todos sirven, sean quienes sean. El momento de depurar llegará más adelante.
Escribo desde mí. Pero pienso que esto mismo le estará pasando a otros compañeros. Este es mi modo de lucha, mi lugar de militancia. Y el de ellos.
Pero creo también que hay que ganar una elección. Y me gustaría pensar que se está trabajando de la mejor manera para hacerlo. Saber que entendemos que el discurso del enemigo y el nuestro no puede ser siquiera parecido, que no podemos seguir dándonos lujos a la hora de conseguir apoyos o de perderlos. Que somos una opción diferenciada, superadora de la política del fracaso que mandó en la Argentina desde 1955 y hasta 2003.
Ganaremos cuando podamos lograr que el pueblo entienda que no somos la mierda que dibujan los medios. Cuando nosotros entendamos que probablemente nuestra verdad no se impondrá sola, que debemos dejar de hacerle la vida fácil a una oposición mentecata y sin propuestas que crece a fuerza de los centros que le tiramos nosotros.
Necesitamos ganar. No para asegurar veinte bancas, sino para asegurar para los tiempos las bases de un modelo de distribución que no pueda derribarse.
Hay que entender eso.
Yo lo entiendo así.
MP

1 comentario:

LeoAbsurdo dijo...

Un sentido posteo de MP, lo lei ayer. Gracias por repostearlo, amigo. A no bajar los brazos. Es esto o retroceder 30 años y que no coman los wifalos