lunes, 17 de octubre de 2011

Mi 17 de Octubre


Ayer leía la excelente editorial de Hernán Brienza publicada en Tiempo Argentino, donde explicaba el porqué de su voto por Cristina Fernandez el próximo domingo. Me identifiqué mucho con uno de sus párrafos, que dice lo siguiente: "Pertenezco a la supuesta “generación perdida”. Fuimos educados por la dictadura militar que prohibía desde la teoría matemática de los conjuntos, hasta los cuentos de Elsa Bornemann. Transitamos la adolescencia entre el fervor de las hormonas, la primavera democrática y la desilusión por la economía de guerra y la Obediencia Debida. Fuimos disciplinados por la desocupación en los ’90 y muchos formamos parte de ese ejército de reserva que sirvió para beneficiar a los empresarios y para depreciar los salarios y las condiciones de trabajo de aquellos que estaban adentro del mercado. La juventud la iniciamos con la muerte de Walter Bulacio por una polícia –también maldita–, la transitamos militando como podíamos en algunos partidos, en las ONG, mutuales, actividades culturales solidarias y guiados por el único tesoro de pertenecer a la murga de los renegados que, cada tanto, se reunía en la liturgia liderada por Patricio Rey. Vimos como nuestra juventud se terminaba abruptamente el 20 de diciembre, agonía que concluyó con las muertes de Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. Arribamos al kirchnerismo cínicos, cansados, vacíos. Aún cuando algunos formáramos parte de ese 22% original, con cada acto de gobierno positivo sonreíamos irónicamente, con desconfianza, como si los Kirchner sólo lo hicieran por propia conveniencia. Luego empezamos a sospechar que tarde o temprano nos iban a defraudar, que ya llegaría su Punto Final y su Obediencia Debida. Y sin embargo, cuando la racionalidad política indicaba que era el momento de desensillar, ellos decidieron enfrentar a la patrulla policial en la noche más oscura de la política argentina, como podría decir Jorge Luis Borges. Huyeron para delante enfrentando las bayonetas de la partida que iba por ellos. Entre ese 2008 y 2009, muchos sentimos, como el sargento Cruz en el Martín Fierro, que no podíamos dejar que se matara así a un par de valientes."
Todo lo que el describe es lo que yo viví en mi juventud, hasta descubrir que había unos tipos que parecían que era lo mejor, pero siempre desconfiando y esperando el momento de la capitulación, tal como estábamos acostumbrados los pibes de dicha "generación perdida".
Pues bien, afortunadamente Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández no sólo no traicionaron ni capitularon, sino que fueron por más, y más, y más, algo que sólo pudieron haber disfrutado aquellos que vivieron en el primer período peronista del 45-55.
Siempre digo que me hice peronista gracias a Néstor; no me averguenza decir que no soy "nacido y criado" en el peronismo. Como tan bien describió Hernán, soy de los decepcionados por la economía de guerra y las leyes de impunidad en los 80s; soy de los que en los 90s encontró en la izquierda su lugar para resistir los indultos, el remate de las empresas del estado y la destrucción total de la industria nacional; soy de los que después del 2001 entró en el escepticismo total sobre la política.
Hasta que llegó ese flaco desgarbado y empezó a poner la casa en orden de verdad. Gracias a él abracé la doctrina de Perón y Evita; gracias a él empecé a pensar en la Patria como mi Patria, nuestra Patria; gracias a él empecé a sentir los 17 de octubre como días de festejo de algo fundacional: el sentirse orgulloso de ser argentino y de compartir la pasión del peronismo con alegría y felicidad.
Y como bien dijo Evita: el peronismo no se aprende ni se proclama; se comprende y se siente!

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